Hay dos clases diferentes de secreción de las glándulas sudoríparas: Las Glándulas Ecrinas que se encuentran en todo el cuerpo, predominando enfrente, palmas de las manos y plantas de los pies. Produce secreción con características fluida. Y las Glándulas Apocrinas que se desarrollan en la pubertad y están localizadas en axilas y  zonas púbicas. El sudor de las glándulas apocrinas es menos fluido que el de las glándulas ecrinas. Si bien este sudor es inodoro, cuando se mezcla con las bacterias en la superficie de la piel puede causar un fuerte olor corporal. Esto es debido a la descomposición del sudor por medio de bacterias, las cuales lo degradan.

Además de la secreción excesiva, un indeseable e intenso olor puede estar presente y convertirse en una carga muy fuerte para las personas afectadas, lo cual hace que empeore la situación.
Dentro del contexto de hiperhidrosis, esta forma de enfermedad representa un subgrupo, que con respecto a la misma es de mayor padecimiento. El término “Bromhidrosis” significa “transpiración olorosa”.
El sudor apocrino es completamente natural. Al principio, el olor del sudor en la superficie de la piel es neutral. Dentro de un tiempo corto sin embargo, la descomposición bacteriana engendra los productos tales como ácidos grasos y amoníaco, a un olor acre y parcialmente agrio. 
 
 

Las consecuencias psicológicas del olor corporal 

 
Las personas que son afectadas por bromhidrosis sufren de consecuencias psicológicas. El notable olor es percibido generalmente como una falta de higiene. Las personas afectadas son consideradas como sucias, a pesar de lavarse varias veces en al día. La distancia social es la consecuencia grave de bromhidrosis.

El problema del olor puede hacer despertar repercusiones psicológicas de manera tal que una fobia de bromhidrosis, semejantemente a la fobia del hiperhidrosis. Las personas afectadas temen que los huelan. Ellos mismos están convencidos que en todo momento tienen un mal olor corporal y piensan que “apestan”.